Recuerdos lejanos, enfrentados e intensos brotan en mí de nuevo en otra etapa distinta de mi vida; sigo siendo el mismo sí, pero distinto.
Recuerdo con cariño el sufrimiento por el que pasé de niño, necesario para llegar a ser quien soy hoy. Me sorprendo hoy de la intensidad y calidez de las emociones que llegue a sentir, y que a pesar de haber aprendido a controlar (o intento de ello...) siguen viviendo conmigo. Me hacen creer que tengo un gran interior, que ha conseguido conservar la inocencia y pureza del niño que un día fui.
Ese amor que aún siento y siempre sentiré, canalizado de la mejor manera posible para el cuerpo y el alma en los que habito, al menos aún, a día de hoy, perdura en mi interior.
Amor, música, inteligencia, sensibilidad... un círculo vicioso que se muerde la cola una y otra vez...
No hay mejor síntesis que esta, y siempre será necesario recordar quién soy y de donde vengo.
Por ello, aquí está. Recuérdalo siempre, recordadlo siempre...
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