Todo se acelera, todo se acelera, todo se acelera, todo se acelera, todo se acelera, todo se acelera, todo se acelera, todo se acelera.

jueves, 26 de marzo de 2015

Historia y Ciencias de la Música. La generación perdida.

     16 años, primero de bachillerato. Comienzan los primeros coletazos de la crisis y sin embargo yo, al igual que cualquier otro joven, era un chico con la predisposición de llegar a licenciarme, en mi caso en arquitectura, hasta que algo se cruzó en mi camino y tiró por tierra todos mis objetivos, la música. 

     Volqué toda mi devoción en mis nuevas metas. La música había tocado mi vida y sabía que había quedado atrapado para siempre entre sus brazos. Sacrifiqué mis anteriores proyectos en pos de una pasión que me corre por las venas. Le dediqué todo mi tiempo y esfuerzo, para finalmente entrar en el conservatorio profesional de música, tocando el piano.

Estalla la crisis, y comienza a dar sacudidas en todas direcciones, pero nadie podía imaginar hasta el extremo al que iba a llegar...

     No contento únicamente con el conservatorio, decidí dar un paso más allá, y estudiar también música en la universidad, y me matriculé en el grado en Historia y Ciencias de la Música. Un grado totalmente nuevo que además me garantizaba un 80% de salida laboral, la carrera de humanidades con el mayor índice de todas, que además en toda Andalucía solamente hay un grupo y está en Granada. ¿Que podía salir mal? Estudiar música y vivir de ello, el sueño de cualquier músico.

Toda mi vida y la de tantísimas personas que como yo hemos arriesgado mucho para estudiar algo que nos apasiona, se vino abajo en cuestión de días.

     Comenzaron los primeros cursos de la carrera, y todo fluía como debía, hasta que nos llegó una noticia que nos arrancó a patadas cualquier atisbo de esperanza e ilusión hacia nuestra titulación. 


"Ley Orgánica para la Mejora de la Calidad Educativa" mayormente conocida como LOMCE. 


     Año 2012-2013. Se comienza a forjar esta ley que reduciría nuestro porcentaje de laboralidad del 80 a mínimos cercanos a cero, ya que de ese supuesto 80% de salidas laborales, la gran mayoría estaban enfocadas al sector educativo, más concretamente a la educación secundaria en institutos.


     Para contextualizar un poco, la educación musical en institutos previa a la LOMCE, era ya de por si prehistórica para una sociedad  como la nuestra. Y no quería adentrarme este tema pero considero que es necesario. La música, para información de todos ustedes, es una de las asignaturas más importantes y transcendentales en la educación del ser humano junto al lenguaje y las matemáticas. 

     Desde el punto de vista pedagógico, contribuye al desarrollo de capacidades del alumnado. Numerosos estudios llevados a cabo, demuestran que la Música desarrolla la atención, la concentración, la memoria, la tolerancia, el autocontrol, la sensibilidad; que favorece el aprendizaje de las lenguas, de las matemáticas, de la historia, de los valores estéticos y sociales; que contribuye al desarrollo intelectual, afectivo, interpersonal, psicomotor, físico y neurológico. En definitiva estimula el desarrollo mental de los niños cuando esta se imparte debidamente, (no como las guías docentes tan horribles que han venido haciendo hasta ahora personas sin conocimientos musicales ni especialización alguna).

     Si ya de por sí este hecho era grave, con la ley Wert, la enseñanza musical en los institutos se degrada  aún más, y pasa a optativa junto a asignaturas como "Iniciación a la Actividad Emprendedora y Empresarial", "Segunda Lengua Extranjera" o "Tecnología", no pudiendo obviar por supuesto la obligatoriedad de otras enseñanzas como "Religión" o "Valores Éticos", asignaturas mucho más importantes y apropiadas para la enseñanza pública y OBLIGATORIA.  
   
     Ahora es cuando llega el momento en el que toda nuestra vida profesional se va al traste, y ya no por las leyes procedentes de la profunda y extrema incultura de las autoridades que las redactan, sino porque emprendimos con mucha ilusión un camino para buscarnos la vida de forma honrada de mano de la música a la que amamos, y ese camino se rompió en mil y un pedazos. 

     

¿Y ahora? Actualmente me encuentro acabando una carrera sin futuro laboral, infravalorada, humillada, pisoteada y apaleada por el gobierno español, y con la sensación de que estudiamos únicamente por gusto, sin ningún tipo de aspiración posible y con la seguridad de que cuando me gradúe y tenga un título universitario y un grado profesional de música, mi mayor aspiración en España será encontrar cualquier trabajo mal pagado, que ni siquiera me de opción a poder independizarme ni a desarrollarme como una persona humana, completa y libre.

Somos la generación perdida.

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